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Prepárate para una experiencia saludable y emocionalmente positiva.

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“Lo más importante que un padre puede hacer por sus hijos es amar a su madre…”

(Pruett)

En el abrazo esponsal el hombre y la mujer que se unen en una entrega sincera del uno al otro alcanzan una intimidad tan particular y trascendente que toda la energía de la creación se hace patente y un hijo de ambos empieza a existir en el interior del cuerpo de la mujer.  Los padres se tornan en colaboradores del Creador quien da la vida a un nuevo ser humano;  un proyecto maravilloso que se les encomienda de manera personal. Desde estos primeros momentos, hombre y mujer tienen su función y son llamados a asumir la mater/paternidad en una llamada muy particular a amar a su hijo.

En el momento del nacimiento del bebé las funciones de la madre y del padre no son iguales ya que una necesita de la otra: la mujer necesita privacidad, seguridad, confianza y el hombre cuida que las tenga.  Para reflejar este suceso, comparto las siguientes palabras de un padre comprometido y preparado para asumir su paternidad:

"Vi nacer a mi hijo y fue una experiencia maravillosa, pero me quedé embelesado cuando observé cómo mi esposa tomaba suavemente a nuestro hijo en sus brazos y lo miraba como si nadie más estuviera ahí presente. Sentí que todos sobrábamos, su mirada era de amor pleno que deja huella, no me sentí defraudado ni relegado, me sentí complacido y orgulloso al comprender simplemente la magia de este proceso de vida.  Todo lo que quería hacer en ese momento era cuidar que nadie perturbara ese apego”.

 Esta vivencia, en común, favorece en los padres su autodesarrollo, comunicación y compañerismo; los integra en un equipo más flexible que nunca donde ambos se involucran tanto en el proceso del nacimiento como en el cuidado de sus hijos.  Cabe señalar que la función masculina no es hacer de madre sino cuidar y garantizar que a su bebé no le falte su madre. El hombre puede demostrar a su mujer con hechos que su  amor por ella es total, libre y fiel. Así, el hombre en esta etapa se convierte en compañero de una madre que cría y que necesita de un entorno seguro, apacible y tranquilo

 El bienestar físico, emocional, espiritual y social del bebé implica un alto grado de inversión paterna; amor que se demuestra dedicando al hijo, libre y conscientemente, energía, tiempo y recursos.  Esto genera un verdadero apego padre-hijo y se forma un lazo fuerte e importante que capacita al hombre para entregarse a su hijo, aun con sacrificios, al cuidarlo, o cuando llora y necesita consuelo, protección o alimento. El poder de este lazo dura toda la vida: si el hijo requiere ayuda evoca señales de afecto y cercanía tan fuertes como sucede durante su primer año de vida y que se extienden incluso cuando ya es un adulto. El hijo hace al padre, ya que cuando un hombre despliega y expande su amor, pronto empieza a recibir, a su vez, el amor de su hijo.

 El papel del padre es decisivo. La relación con un hombre cariñoso y sensible proporciona a la mujer un sistema constante de apoyo emocional y brinda seguridad así como la confianza de un entorno adecuado para su familia. Es bien cierto que actualmente los roles, tanto femeninos como masculinos, han entrado uno en el mundo del otro, los paradigmas han cambiado y los papeles tanto del padre como de la madre se han ampliado e incluyen toda clase de posibilidades: existen  mujeres profesionistas fuertes, hábiles y exitosas, como hombres creativos sensibles y seguros, que pueden manifestar su ternura como hombres que son, dejando atrás el machismo.  Incluso, el hombre se involucra cada vez más en la crianza y educación de sus hijos reconociendo que es su obligación así como su derecho.

De todo esto, los hijos se benefician al gozar de dos estilos distintos de ser cuidados, el de mamá y el de papá, corroborando que “papá” es un componente significativo, a largo plazo, en su sano desarrollo psico-emocional. Los padres, al tomar un papel más participativo en la familia demuestran la posibilidad de lograr comprometerse con su familia venciendo el egoísmo y la pereza.

Cuando el padre libremente decide querer amar, será capaz de  entregarse a su mujer y a su familia libremente asumiendo su paternidad siendo inmensamente feliz.

 

“Lo más importante que un padre puede hacer por sus hijos es amar a su madre…”

(Pruett)

 

En el momento del nacimiento, hombre y mujer tienen su función. Éstas no son iguales ya que una necesita de la otra: la mujer necesita privacidad, seguridad, confianza y el hombre cuida que las tenga.

 

Para reflejar este suceso, comparto las siguientes palabras de un padre comprometido y preparado para asumir su paternidad:

 

“Vi nacer a mi hijo y fue una experiencia maravillosa, pero me quedé embelesado cuando observé cómo mi esposa tomaba suavemente a nuestro hijo en sus brazos y lo miraba como si nadie más estuviera ahí presente. Sentí que todos sobrábamos, su mirada era de amor pleno que deja huella, no me sentí defraudado ni relegado, me sentí complacido y orgulloso al comprender simplemente la magia de este proceso de vida.  Todo lo que quería hacer en ese momento era cuidar que nadie perturbara ese apego”.

 

Esta vivencia, en común, favorece en los padres su autodesarrollo, comunicación y compañerismo; los integra en un equipo más flexible que nunca. Convierte a la maternidad en Mater/Paternidad donde ambos se involucran tanto en el proceso del nacimiento como en el cuidado de sus hijos.

 

Cabe señalar que la función masculina no es hacer de madre sino cuidar y garantizar que a su bebé no le falte su madre. Así, el hombre en esta etapa se convierte en compañero de una madre que cría y que necesita de un entorno seguro, apacible y tranquilo.

 

BENEFICIOS

 

El bienestar físico, emocional, espiritual y social del bebé implica un alto grado de inversión paterna; amor que se demuestra dedicando al hijo, libre y conscientemente, energía, tiempo y recursos. 

 

Esto genera un verdadero apego padre-hijo y se forma un lazo fuerte e importante que capacita al hombre para entregarse a su hijo, aun con sacrificios, al cuidarlo, o cuando llora y necesita consuelo, protección o alimento.

 

El poder de este lazo dura toda la vida: si el hijo requiere ayuda evoca señales de afecto y cercanía tan fuertes como sucede durante su primer año de vida y que se extienden incluso cuando ya es un adulto. El hijo hace al padre, ya que cuando un hombre despliega y expande su amor, pronto empieza a recibir, a su vez, el amor de su hijo.

 

El papel del padre es decisivo. La relación con un hombre cariñoso y sensible proporciona a la mujer un sistema constante de apoyo emocional y brinda seguridad así como la confianza de un entorno adecuado para su familia.

 

Es bien cierto que actualmente los roles, tanto femeninos como masculinos, han entrado uno en el mundo del otro, los paradigmas han cambiado y los papeles tanto del padre como de la madre se han ampliado e incluyen toda clase de posibilidades: existen  mujeres profesionistas fuertes, hábiles y exitosas, como hombres creativos sensibles y seguros, que pueden manifestar su ternura como hombres que son, dejando atrás el machismo.

 

Incluso, el hombre se involucra cada vez más en la crianza y educación de sus hijos reconociendo que es su obligación así como su derecho.

 

De todo esto, los hijos se benefician al gozar de dos estilos distintos de ser cuidados, el de mamá y el de papá, corroborando que “papá” es un componente significativo, a largo plazo, en su sano desarrollo psico-emocional.

 

Los padres, al tomar un papel más participativo en la familia demuestran la posibilidad de lograr:

 

  •   Comprometerse – (del Latín: compromittere) envolverse, involucrarse, conectarse, asumiendo su misión de papá, haciendo más de lo esperado, al grado de sorprendernos porque vive, piensa y sueña con dar lo mejor de sí.

 

  •    Reconocer que la falta de compromiso se debe principalmente a la pereza, la comodidad y al egoísmo, no tanto a no saber cómo hacerlo.

 

Finalmente, es necesario reflexionar que amar es COMPROMETERSE y para ello “ Hay que querer, querer”

 

 

Anónimo

 Mamá  es señora que lleva en el bolso un pañuelo con mis mocos, un paquete de toallitas, un chupete y un pañal de emergencia.

 Mamá es ese cohete tan rápido que va por casa disparado y que esta en todas partes al mismo tiempo.

 Mamá  es malabarista que pone lavadoras con el abrigo puesto mientras le abre la puerta al gato con la otra, sosteniéndo el correo con la barbilla y apartándome del cubo de la basura con al pie.

 Mamá es esa maga que puede hacer desaparecer lágrimas con un beso.

 Mamá es esa forzuda capaz de coger en un solo brazo mis 15 kilos mientras con el otro entra el carro lleno de compras .

 Mamá es esa campeona de atletismo capaz de llegar en décimas de segundo de 0 a 100 para evitar que me descuerne por las escaleras.

 Mamá es esa heroína que vence siempre a mis pesadillas con una caricia.

 Mamá es esa señora con el pelo de dos colores , que dice que en cuanto tenga otro huequito , solo otro, va a la pelu.

 Mamá es ese cuentacuentos que lee e inventa las historias más divertidas sólo para mí.

 Mamá  es cheff que es capaz de hacerme una cena riquísima con dos tonterías que quedaban en la nevera por que se le olvidó comprar, aunque se quede ella sin cenar.

 Mamá es ese médico que sabe con sólo mirarme si tengo fiebre, cuánta y lo que tiene que hacer.

Mamá es esa economista capaz de ponerse la ropa de hace cientos de años para que yo vaya bien guapo.

 Mamá es esa cantante que todas las noches canta la canción mas dulce mientras me acuna un ratito.

 Mamá es es payasa que hace que me tronche de risa con solo mover la cara.

 Mamá es sonámbula que puede levantarse dormida a las 4 de la mañana, mirar si me he hecho pis, cambiarme el pañal, darme jarabe para la tos, un poco de agua, todo a oscuras y sin despertarse.

 La ves? Es aquélla, la más guapa, la que sonríe.