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¡Bienvenida!

Prepárate para una experiencia saludable y emocionalmente positiva.

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     La doula es una persona especialmente capacitada para acompañar profesionalmente en el parto a las mujeres. Una de las mejores formas de favorecer la normalidad del parto es estar acompañada por una doula, pues se sabe que la mujer en el proceso del parto no debe estar sola, sino con alguien de su confianza que le ayude a sentirse segura y bien atendida por personas que la respeten y la traten amorosamente pues la función que está realizando al dar a luz tiene un valor infinito: la llegada de una nueva vida humana. Es por ello que la participación de la doula en el equipo de salud, tiene un impacto positivo, en tanto que brinda a la mujer la confianza para lograr un parto saludable, normal y gozoso.

La palabra “doula” viene del griego y significa " al servicio de…"  Actualmente se refiere a una mujer con entrenamiento profesional y con experiencia que  ofrece apoyo físico y emocional continuo a la mujer durante el parto. Numerosos estudios clínicos recientes muestran que cuando una doula apoya a la mujer, la labor de parto es más corta, presenta menos complicaciones, los bebés son más saludables y amamantan exitosamente con mayor facilidad. Su sola presencia reduce la necesidad de usar muchas de las intervenciones médicas que más frecuentemente se usan en los partos en los hospitales como son occitocina intravenosa para inducir o conducir el parto, medicamentos para el dolor, bloqueos peridurales, fórceps y operación cesárea.

Así mismo, la investigación revela que los beneficios de la presencia de la doula en el parto se extienden a la esfera emocional ya que las madres manifiestan haberse sentido mas seguras y cuidadas, se adaptan mejor a la nueva dinámica familiar con un recién nacido que implica un cambio importante en su vida.  Al reconocer que el nacimiento de un bebé es un evento propio de la familia y que  la mujer está dotada, por  naturaleza, de la capacidad para dar a luz,  se hace necesario que se respete tanto a la madre como al proceso natural que realiza al parir.

Precisamente, la doula ayuda a las madres a tener mayor confianza en si mismas, en su habilidad natural para traer al mundo a sus hijos y en su capacidad para amamantarlos, factores que promueven  la salud física y emocional de la madre y el bebé. Y es que una buena experiencia en el parto facilita que la madre asuma su maternidad de manera armónica y libre, iniciando el proceso de apego con su recién nacido y la lactancia materna.

De hecho, los sentimientos de seguridad y gran fortaleza que la mujer experimenta al lograr un parto normal favorecen su estabilidad emocional  observándose menor depresión posparto y menor incidencia de abuso y maltrato hacia el menor.  La doula reconoce y valora el parto como una experiencia clave en la vida de la mujer, que la madre jamás olvidará y que repercute en su relación ulterior con su hijo y su familia.

Al comprender a fondo la fisiología del parto y las necesidades emocionales de la madre, la doula la orienta para planear concienzudamente el nacimiento de su hijo. Permanece a su lado durante el trabajo de parto, el nacimiento y el puerperio inmediato ofreciéndole apoyo emocional, medidas de confort y puntos de vista objetivos que ayuden a los padres a obtener la información que requieren para tomar decisiones informadas, libres y asertivas.

De igual modo, la doula facilita la comunicación entre la mujer y su marido, también funciona como un interlocutor entre los padres y el equipo de salud, interpretando para ellos el entorno, el lenguaje técnico y los procedimientos hospitalarios.  Sin duda, la presencia de la doula es una gran ayuda para lograr un parto normal, natural, gozoso y lleno de salud; entender su papel en el equipo de salud fomentará mejores prácticas de atención para las mujeres embarazadas y sus bebés.

El parto, en la asombrosa naturaleza humana femenina, es una función normal, natural y saludable. La mujer es capaz de parir de manera prodigiosa y al hacerlo, atraviesa por una prueba de amor increíble, descubre que el amor es más grande y más fuerte que el dolor o el cansancio. Cuando experimenta el nacimiento de su hijo conoce por primera vez los límites de lo que es capaz de hacer, entregar y gozar dando la vida a su hijo, transformándose en madre.  El parto es la experiencia más grande que una mujer puede gozar, la vive intensamente y su impacto emocional la marca para siempre. Es algo que recordará con todos los detalles y cada vez que lo platica lo revive con tal magnitud que la forma en que el nacimiento se lleva a cabo no es algo indiferente.

De ahí que las madres merecen y tienen todo el derecho a dar a luz naturalmente libres de intervenciones médicas de rutina; tienen derecho a que se respete la fisiología del proceso  y el tiempo que requiera para dar a luz a su hijo; tienen derecho a compartir esta experiencia con su marido o con las personas que ellas elijan y tienen derecho a gozar de la atención médica  profesional respetuosa que les brinde el apoyo necesario para conservar la confianza en su habilidad innata para parir.

El parto vivido con dignidad, respeto, autodominio y confianza provoca que cuando el hijo nazca se encuentre con una madre fuerte y segura, valiente y decidida que sabe lo que quiere, y que, definitivamente, será capaz de educarlo y defenderlo con extraordinaria fortaleza.

El embarazo y el parto son maravillosos, son experiencias de la intimidad de la pareja. En él, el padre descubre aspectos y emociones de su mujer que antes del parto no conocía y la madre experimenta la fuerza que se logra al completarse con su marido cuando él la respeta y la ayuda. Los dos, juntos, conocen el verdadero amor al entregarse totalmente al servicio de su pequeño hijo asumiendo cabalmente su maternidad y su paternidad.  El embarazo y el trabajo de parto son actos de amor. Exigen paciencia, compartir la vida, el tiempo, el espacio físico y la casa. Implica tolerancia, perdón y reconciliación. Incluso, la embarazada empatiza con las embarazadas del mundo entero, sufre con las malas noticias y se alegra cuando a otras madres les va bien en la vida.

La maternidad permite a la mujer crecer en el verdadero amor, ése que cuesta y llena de gozo el alma porque se vive intensamente.  La maternidad y la paternidad, que se complementan, significan rechazar el egoísmo y ser conquistados por el amor, un amor fecundo que obliga a “dar a luz” cada día, mediante actos de entrega personal.

De igual modo, durante la lactancia y la crianza las madres y los padres, son heroicos. Hacen gala de paciencia y tolerancia, son buenos con sus hijos atendiéndolos solícitamente, son fieles  a su misión y a su compromiso y hay muchos momentos que por servir al bebé o cuidar la propia salud se contienen de tener relaciones sexuales temporalmente, o buscan otro momento más propicio, dominándose a sí mismos y creciendo día a día en el amor. Esto es, hacen actos humanos, en los que libremente eligen lo que es bueno y verdadero.

Sin duda, después del parto, el hombre y la mujer se han transformado por completo para siempre y su esfuerzo ha valido la pena, han aprendido a amar con todas las fuerzas de su alma, ya que se les ha dado el gran regalo de ser padres.

 

Planea tu parto para que logres realizar tus anhelos y recibir a tu bebé con conocimiento, gozo y salud. Te puede ayudar a tener cada día mayor confianza platicar con otras mujeres que han tenido partos naturales hermosos. Pregúntales qué les sirvió más para tener un parto feliz, rodéate de historias positivas que alimenten tu propia ilusión y tu certeza de dar a luz. Participa en las decisiones sobre el cuidado de tu salud en el embarazo y el parto, pregunta, piensa y solicita la evidencia científica de lo que se te propone.

Incluye en tu plan moverte y cambiar de posiciones, sobre todo las que mas te acomodan y en las que te sientes mas a gusto.

Analiza tus temores y externa tu miedos así como tus reacciones ante ellos para que te liberes de ellos y los cambies por confianza y certeza en tu capacidad de tener un parto normal. Identifica tus fortalezas y escríbelas; estas preparada, tu cuerpo sabe dar a luz, eres fuerte, estas sana, quieres recibir a tu bebé de la mejor manera.

Termina las siguientes frases:

Cuando sienta la fuerza del inicio de mi trabajo de parto  yo quiero……..

Cuando sienta el agua salir de mi como signo de que pronto nacerá mi hijo, lo que haré es……..

Cuando me sienta fatigada y luchando en los momentos que mas me reten necesito……

Recuerda que durante el trabajo de parto tu cuerpo producirá beta endorfinas que son sustancias naturales que te  ayudan a enfrentar el dolor con mas facilidad; para estimularlas ayuda mucho, moverse, balancear la pelvis, bailar son suavidad, recibir un masaje, cantar y escuchar música, preguntarte ¿que sonidos deseo en mi parto? Elige una canción especialmente pensada para recibir a tu bebé en el preciso momento de su nacimiento.

Prepara también el ambiente en el que nacerá tu bebé, seria muy bueno conocerlo con anticipación, solicita una visita y resuelve tus dudas.

Incluye en tu plan aromas, luz, imágenes y decide quien quieres que esté contigo acompañándote en esos momentos. Anota o haz tarjetas con afirmaciones positivas significativas para ti. como ejemplo: Soy fuerte, mi cuerpo es hermoso, si puedo…si quiero, mi esfuerzo ayuda a mi bebé a nacer, quiero conocerte, todo es por amor…

Recuerda que el parto es una experiencia íntima, sexual, apasionante. Piensa en qué posiciones ayudas mas a que tu hijo nazca, evita hacerlo acostada sobre tu espalda

Que tu plan promueva tu confianza en dar a luz y la normalidad de la función del parto. Comparte y comenta tu plan con quien va a atender tu parto y con quienes deseas que estén a tu lado. Te puede servir completar el siguiente cuadro:

 Plan para mi parto                                       Fecha probable de parto

¿Dónde nacerá mi bebé?¿Que le pido al Dr. y al equipo de salud?

 

¿Que le pido a mi esposo? 

¿Qué le pido a mi familia? ¿Qué es lo que mas deseo y me comprometo a  hacer? 
Mis estrategias para manejo del dolor son: Sobre la atención a mi bebé recién nacido deseo:
¿Cómo deseo recibir a mi bebé? ¿Como quiero que sea mi parto?

 

 

 

 

Los principios tradicionales del “parto psicoprofiláctico” se originaron en Rusia y luego en Francia con el Dr. Ferdinand Lamaze a principios del siglo XX.  Desde 1930, el médico inglés Grantly Dick Read describió cómo contrarrestar el ciclo miedo-tensión-dolor en el parto,  basándose en la educación a la embarazada y en el aprendizaje de técnicas de relajación, respiración y medidasde confort para que la parturienta lograra tener un parto natural sin anestesia.

Estos principios han evolucionado sorprendentemente en los últimos años, analizándose a fondo los modelos de atención al parto y las expectativas de las madres en relación a cómo desean vivir sus partos tomando en cuenta su capacidad innata para dar a luz. En los últimos 50 años el conocimiento de los especialistas en Educación Perinatal, sobre el proceso del parto, ha aumentado considerablemente. El apoyo que se les da a las madres durante el embarazo y el trabajo de parto ha evolucionado abriéndose a nuevos horizontes.

En el método psicoprofiláctico, las mujeres aprendían a controlar las contracciones del parto, aprendían a pujar, realizaban ejercicios físicos, recibían educación sobre el proceso normal del parto, las posibles intervenciones médicas, la cesárea y la alimentación del bebé en el seno materno y la importancia de tener la presencia de su marido en la sala de partos.

Posteriormente las mujeres se hicieron más preguntas y se involucraron en la toma de decisiones relacionadas con la atención materno-infantil buscando el acondicionamiento físico y psicológico para el parto natural, sin intervenciones médicas  rutinarias y la lactancia materna exitosa. Fue así como se formuló una filosofía que nos ha conducido al momento actual en el que reconocemos la capacidad natural, el poder y la fortaleza de la mujer especialmente durante el parto.

En 1996,  la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó su definición de Parto Normal “…el parto normal inicia espontáneamente, es de bajo riesgo desde el inicio hasta el nacimiento. El infante nace espontáneamente en presentación de vértice entre las semanas 37 a la 42 completa. Después del parto, madre e infante están en buenas condiciones…” A partir de esta definición Lamaze International desarrolló “Seis prácticas  de atención para el parto normal y saludable” y las incluye en los programas de educación perinatal recomendados para las parejas durante el embarazo:

1. Que el parto inicie por sí mismo.

2. Que la mujer de a luz libre de intervenciones médicas rutinarias.

3. Que la mujer tenga libertad de movimiento, en todo momento, durante el trabajo de parto y el nacimiento.

4. Que la mujer adopte posiciones verticales durante la expulsión.

5. Que la mujer goce de apoyo continuo de un familiar o una doula durante el trabajo de parto y el nacimiento.

6. Que el bebé permanezca con su mamá la primera hora de vida en contacto piel a piel y en todo momento, en alojamiento conjunto al lado de su madre durante su estancia en el hospital.

La implementación de estas prácticas de atención nos ha llevado a constatar que la mujer puede dar a luz gozando de un parto saludable, y amamantar a su bebé con gran asertividad, transformándose de forma sorprendente al asumir su maternidad.

Hoy sabemos que durante el parto existe una perfecta orquestación entre las hormonas de la madre y  las  de su bebé, la cual se desenvuelve de forma exquisita y saludable si el parto no es perturbado.  La oxitocina se libera en pulsaciones y se coordina bellamente con la liberación de beta-endorfinas que hace que el trabajo de parto sea efectivo pero no severo. Los receptores de la oxitocina en el miometrio del útero aumentan de 30 a 100 veces en el primer trimestre del embarazo y hasta 300 veces en el embarazo a término, por ello es importante  que el parto inicie espontáneamente para asegurar que el desarrollo de los receptores sea óptimo y no se comprometa la contractilidad uterina.

La madre y el bebé producen oxitocina en perfecta armonía. Esto favorece el instinto materno de protección al bebé. Entender el ciclo oxitocina-dolor-adrenalina-endorfinas  ayuda a las madres a darse cuenta de que cuando el organismo de la madre y el del bebé liberan oxitocina y se inicia  en el trabajo de parto, las contracciones uterinas empiezan a ser dolorosas. Conforme aumenta el dolor, se libera la hormona del estrés llamada adrenalina la cual inhibe la liberación de oxitocina. Al mismo tiempo el nivel de endorfinas en la madre aumenta y el dolor se modula. La adrenalina decrece y es liberada más oxitocina. Este ciclo se repite constantemente elevándose los niveles de oxitocina y de endorfinas para que el trabajo de parto avance y se produzca de forma espontánea el nacimiento del bebé.

El medio ambiente se debe cuidar mucho, como  describe Ina May Gaskin el parto normal se desenvuelve con mayor facilidad en una atmosfera de intimidad y privacidad. El esfínter vaginal no responde  a la voluntad ni a las indicaciones orales externas(¡puje, relájese!!!), y su apertura se ve afectada cuando la mujer se siente intimidada, humillada, asustada y observada debido a los altos niveles de adrenalina en su sangre que estas situaciones suponen. El estado de relajación de las mandíbulas y la boca de la madre en trabajo de parto está relacionado con la capacidad de los esfínteres del cuello del útero y de la vagina al abrirse totalmente.

Este conocimiento tan valioso nos lleva a acciones que favorecen el armonioso desarrollo del proceso del parto, como  bajar la intensidad de la luz de la habitación, vocalizar, favorecer la privacidad, limitar los distractores, que la mujer se ría, que respire profunda y lentamente, el uso de baños tibios en tina o regadera y que esté acompañada por quien ella elija. Si la madre se siente amada, respetada, confiada, segura y cuidada, su cuerpo responderá abriéndose y permitiendo el nacimiento de su bebé con menor estrés.

La ciencia hoy demuestra que la forma en como ocurra el parto impacta a la mujer para siempre y que tener un parto natural, que la lleva a tocar la trascendencia, es un regalo para toda la vida. La mujer “sabe” como parir, la danza de sus hormonas la guía en el parto. Y es que ha sido naturalmente capacitada para parir.

Es muy recomendable que las embarazadas escuchen y comuniquen a otras mujeres esta experiencia maravillosa del parto normal para aceptar con mayor confianza esta realidad. No hay duda, el cuerpo de la mujer está dotado de la capacidad para dar a luz, de una manera natural y sin intervenciones médicas innecesarias.

 

El periodo de gestación en los seres humanos es de  aproximadamente de 280 días,  es decir, 40 semanas, tiempo en que a partir de la fecundación del óvulo de la mujer por el espermatozoide del hombre, el nuevo individuo se forma y se desarrolla al punto que está listo para nacer y para enfrentar la vida extrauterina de manera saludable.

Es muy difícil saber con exactitud cual fue el primer día del embarazo por lo que tomando la fecha de la última menstruación y con estudios de ultrasonido, los médicos determinan la fecha probable de parto. Es importante recordar que ese día es probable y no existe una seguridad de que el bebé nazca justamente ese momento.  Es normal y muy frecuente observar que los bebés nacen dos semanas antes o dos semanas después del plazo probable, es decir, entre las semanas 38 a 42.
Por ello, las mujeres embarazadas necesitan ejercitar la virtud de la paciencia para saber esperar  confiadamente  el día del nacimiento de su bebé que siempre se presenta como una gran sorpresa. Y es que los últimos días del embarazo son un gran reto para la madre ya que aunque su estado general es saludable y se siente bien, experimenta una serie de situaciones propias del embarazo avanzado: el bebé pesa mucho, ella se siente bastante incómoda y se cansa mucho, duerme mal ya que necesita levantarse a orinar frecuentemente y requiere cambiar de posición muchas veces para sentirse a gusto.

La presión social tanto de la familia como de los amigos e incluso del personal de salud es un factor que emocionalmente es difícil manejar, sin embargo, lo más importante es que la madre confíe de verdad en el proceso natural del embarazo y del parto que permiten que el bebé madure y esté listo cuando su naturaleza se lo dicte.  Los últimos días del embarazo son importantes para la madurez pulmonar del bebé, así como para el crecimiento y desarrollo de su cerebro. Por estas razones, debemos respetar el tiempo que requiera su llegada. Por otro lado, el organismo de la madre también se capacita y prepara para el parto acrecentando en el útero los receptores a la hormona occitocina responsable de las contracciones del útero.

 Los días cercanos al parto, la madre experimenta muchas contracciones uterinas  a veces bastante fuertes e incluso seguidas aunque en la noche se vaya a dormir y despierte tan fresca  y tranquila. Más de una vez cree que ya va a arrancar el trabajo de parto y resulta que no es así porque las contracciones  son cortas, irregulares y  después de unas horas desaparecen. En estos días es cuando la paciencia y la confianza deben ser mucho más grandes que las dudas, el temor o la incertidumbre. 

Permanecer en casa  es lo mejor cuando el proceso del trabajo de parto inicia. No es raro que la mujer necesite esperar toda la noche hasta sentir que el trabajo realmente entra en fase activa. Estas largas horas de espera deben aprovecharse para realizar algunas actividades que a la mujer le apetezcan como: caminar, arreglar la ropita del bebé, ver una película, escuchar música, darse un baño, comer y beber lo que necesite para mantenerse hidratada y con energía ya que podría tener un trabajo de parto  que dure todo el día y toda la noche (24 o más).

 Cuando la fuerza, la frecuencia y la duración de las contracciones aumentan será momento de empezar a relajarse profundamente para vivir  adecuadamente la llamada fase latente  de la primera etapa del parto. Ésta tiene que ver con el borramiento y la dilatación del cuello del útero y que ciertamente ha iniciado.La madre se sentirá reconfortada al saberse acompañada y apoyada por su marido, alguna persona querida o una doula profesional. La fase latente suele durar unas 12 horas que deben aprovecharse para permanecer en casa y realizar actividades que la animen y  preparen para el gran evento del parto que se aproxima.

Hacer oración, encomendarle a Dios el trabajo de parto, la vida y la salud del bebé  colocando alguna imagen sagrada o una veladora subraya la importancia y el valor de  la personita que están a punto de recibir como fruto de su amor y de su esfuerzo en el trabajo de parto.

Existen muchas medidas de confort que hacen más agradable y llevadera esta espera como son: balancear la pelvis para buscar sentir alivio; dar un masaje en espalda, pies, piernas y muslos; cambiar de posición tan seguido como se requiera, estar sentada, de pie, o hincada; poner música agradable y relajante, algún aroma especial, estar a gatas apoyada en cuatro puntos, tomar una regaderazo o un baño de tina. Todo aquello que ayude a la mamá a mantenerse relajada y a confiar en el proceso natural de su parto, palabras de aliento y manifestaciones de amor, caricias y besos que aumenten su confianza en su capacidad natural de dar a luz.

Permanecer  en casa  lo más posible es lo mejor, trabajando según el cuerpo va indicando y esperar pacientemente a que las sensaciones provocadas por las contracciones avisen que ya es hora de acudir al hospital.   Conviene esperar  en casa hasta tener contracciones regulares, fuertes y largas cada 3 minutos al menos por un par de horas si la fuente  no se ha roto todavía.    En el trayecto al hospital,  la mamá puede sentarse o colocarse a gatas en el asiento de atrás del coche para ir más cómoda. Durante las contracciones ayuda bajar la velocidad  para que la mujer se sienta tranquila y continúe con su trabajo  de parto sin problema.

Una vez en la clínica la mujer será revisada e informada sobre su estado de salud así como el del bebé y deberá seguir adelante con la certeza de que cada contracción la acerca al momento de tenerlo en sus brazos.  Caminar, tener libertad de movimiento, orinar con frecuencia, beber agua o jugo de frutas y evitar intervenciones médicas rutinarias es lo más recomendable para lograr el parto natural que, sin duda, es la mejor opción en el cuidado de la salud tanto para madre como hijo. Utilizar otras medidas de confort como la relajación, la regadera, la tina tibia, el masaje en la espalda, el balanceo de la pelvis o sentarse en una pelota grande de fisioterapia es la mejor forma de manejar el cansancio y el dolor propios del trabajo de parto.

Mientras más fuertes sean las contracciones el cerebro de la madre libera grandes cantidades de endorfinas (opiáceos naturales) que sirven para enfrentar el dolor durante la fase más ardua que será entre los 8 y 10 centímetros de dilatación. Y es así  que podrá esperar el momento en el que empiece a sentir el deseo de pujo y trabajar como su cuerpo lo pida concentrándose y mostrando una fortaleza única  propia de la mujer en trabajo de parto que sorprende y asombra.

Cuando la mamá empieza a pujar de forma espontánea el bebé se desliza por el canal de parto y la sensación cambia; es de gran esfuerzo pero ya no implica dolor y por una liberación grande de adrenalina, la madre a pesar de haber trabajado tantas horas, es capaz de dar a luz  de forma natural y sin intervenciones médicas experimentando el milagro de ser madre y dar la vida.