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¡Bienvenida!

Prepárate para una experiencia saludable y emocionalmente positiva.

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Hablar de la maternidad es referirse al regalo más grande que una mujer puede recibir. Esta situación impacta profundamente a la mujer y a su familia ya que transforma al hombre en padre y origina cambios en el núcleo familiar: provoca el nacimiento de los hermanos, de los abuelos, de los tíos. Sin duda, la sociedad entera se conmueve ante el advenimiento de un nuevo bebé.La maternidad implica transmitir la vida al hijo por medio del amor. Los esposos participan con Dios en la creación de una persona humana y al mismo tiempo, reciben la privilegiada misión de hacerse cargo de ella desde el momento de la concepción, lo que implica el cuidado, la educación, la enseñanza a vivir como una persona de bien y el gozo de su compañía y de su amor incondicional. La maternidad/paternidad significa un voto de confianza en la pareja que espera un hijo y representa la oportunidad de descubrir las sorprendentes capacidades de los padres al unirse en la intimidad de su amor. 

 El embarazo es esta etapa donde se afianza el compromiso de los padres ante la llegada del nuevo ser. Mantener al bebé en el seno materno para su desarrollo y aceptar que el organismo de la mujer cambie para ofrecer seguridad, confianza, alimento y protección al bebé hasta que su cuerpo esté listo para vivir de manera autónoma, es una de las primeras muestras de amor que la madre otorga a su hijo.

El embarazo y el parto son etapas sensibles al aprendizaje y a la adquisición de virtudes y valores. Se trata de un intenso trabajo personal de maduración que facilita el tránsito hacia la realización de los roles materno y paterno. Al vivirlos con libertad, los padres asumen su misión y al hacerlo, adquieren y practican virtudes humanas que los fortalecen cada día en su búsqueda del bien para su familia.

El embarazo es un tiempo en el que el bebé forma su cuerpo, madura y crece. También es un tiempo de espera y de desarrollo personal  para los padres pues en tan sólo nueve meses tendrán que asumir ella, su maternidad y él, su paternidad con todos los retos que eso implica. La naturaleza dota a los padres y particularmente a la madre de un “período sensible” al crecimiento como persona y la prepara, casi sin que lo note, para la magnífica tarea que se le ha confiado.

Las molestias típicas del embarazo hacen que la mujer practique la paciencia y la tolerancia. El sentir a su hijo moverse y patear dentro de su útero, le recuerda continuamente su presencia que la conduce a aceptarlo y a amarlo de verdad. El cansancio y el sueño interrumpido por molestias digestivas u otras le enseñan a adaptarse a descansar con un modo nuevo, el cual para cuando nazca su hijo le ayudará a que sea más fácil amamantarlo y atenderlo por la noche cada vez que se requiera. Poco a poco la madre se ejercita en la entrega de sí misma por el bien de su hijo y se torna generosa.  De igual forma, empatiza con las necesidades de su pequeño hijo, reconociendo que de ella depende su bienestar, el cuidado de su salud y su idónea alimentación con la leche que ella misma será capaz de producir.

El parto, es el culmen de la perfecta pedagogía de preparación, se llega el día del nacimiento y la madre inicia su trabajo de parto desplegando una sorprendente habilidad natural para realizarlo. Con la dignidad de una madre sabia y que confía, es capaz de esperar pacientemente muchas horas hasta que sus contracciones uterinas le avisan que se encuentra en trabajo de parto activo. Con una asombrosa armonía,  su organismo y todo su ser “sabe qué hacer”: se expande,  en una actitud de permitir a su hijo nacer sin obstáculos, el cuello de su útero se dilata poco a poco, las hormonas se combinan ablandando las articulaciones pélvicas y el nivel de endorfinas le permite manejar adecuadamente las intensas sensaciones que experimenta con cada contracción que hace  más próximo el parto. El bebé, a su vez,  coloca su cabeza en la mejor posición, y busca salir a la luz, trabaja y se cansa con ella y los dos juntos en equipo hacen posible su nacimiento.

El parto es una función normal, natural y saludable; la mujer es capaz de parir de manera prodigiosa ya que es parte de su asombrosa naturaleza humana femenina. La mujer al parir atraviesa por una prueba de amor increíble, descubre que el amor es más grande y más fuerte que el dolor o el cansancio, y cuando experimenta el nacimiento de su hijo conoce, por primera vez, los límites de lo  que es capaz de hacer, entregar y gozar.  El parto es la experiencia más grande que una mujer puede experimentar; se puede vivir intensamente y su impacto emocional la marca para siempre, es algo que siempre recordará con todos los detalles  y cada vez que lo recuerda o lo platica lo revive con gran intensidad, de ahí que la forma en que el nacimiento se lleve a cabo no debe ser indiferente.

En este sentido, las madres merecen y tienen todo el derecho a dar a luz de manera natural, libres de intervenciones médicas de rutina; tienen derecho a que se respete la fisiología del proceso  y el tiempo que requieran para dar a luz a sus hijos, tienen derecho a compartir esta experiencia con su marido o las personas que ellas elijan y tienen derecho a gozar de la atención de un equipo de salud profesional que trabaje en equipo junto con ellas y las respete apoyándolas, reafirmándoles su habilidad innata para parir.  El parto  vivido con dignidad y respeto, el autodominio y la confianza provocan que cuando el hijo nazca se encuentre con una madre fuerte y segura, valiente y decidida que sabe lo que quiere, que será capaz de educarlo y defenderlo con la misma fortaleza con la que vivió ese momento.

Cabe mencionar que el embarazo y el parto son maravillosas experiencias de la intimidad de la pareja. A través de ellas, los hombres descubren aspectos y emociones de la mujer que no conocían y ellas, experimentan completarse con su marido que las respeta y ayuda. Juntos conocen el verdadero amor al entregarse totalmente al servicio su pequeño hijo asumiendo cabalmente su maternidad y su paternidad. 

El embarazo y el trabajo de parto son actos de amor: exigen paciencia, ponerse al servicio del hijo por nacer, compromiso para compartir la vida, el tiempo, el espacio físico y la casa. La embarazada empatiza con las embarazadas del mundo entero, sufre las injusticias y se alegra con la bondad. En el embarazo y el parto la mujer excusa todo, espera y soporta sin límites. Se le hace tangible y evidente el amor porque lo vive intensamente.  Es claro que con la maternidad y la paternidad que se complementan se rechaza la prisión del egoísmo y se permite ser conquistados por el amor, un amor fecundo que obliga a “dar a luz” mediante actos de entrega personal.

Durante la lactancia y la crianza, las madres y los padres son heroicos, hacen gala de paciencia y tolerancia, son buenos con sus hijos atendiéndolos solícitamente, son fieles  a su misión y a su compromiso y hay muchos momentos que por servir al bebé o cuidar la propia salud se contienen incluso de tener relaciones sexuales temporalmente o buscan otro momento más propicio, dominándose a sí mismos y creciendo día a día en el amor.

Todo esto que los padres hacen son “actos humanos” en los que libremente eligen lo que es bueno y verdadero. Y en la libre elección de lo bueno y lo verdadero, la madre sale de sí misma, crece y logra la unidad de su mente, espíritu y cuerpo. Esto es verdaderamente patente en el momento en que la madre da a luz optando por parir de forma natural y sin intervenciones médicas de rutina, es decir, elige lo bueno y lo verdadero y ejerce el autodominio expresando gran fortaleza y un inmenso amor, entregándose a sí misma.

Es un hecho que tras el parto el hombre y la mujer se transforman por completo y su esfuerzo vale la pena porque han aprendido a amar con todas las fuerzas de su alma.

 

Las personas hemos sido creadas en dos versiones: hombre y mujer. Ambos compartimos la misma naturaleza humana específica y maravillosa. Somos espíritus encarnados, capaces de amar y con un enorme anhelo de ser amados.

 

Sin embargo, aunque compartimos la misma naturaleza humana, somos diferentes en múltiples aspectos: tamaño, fuerza física, forma, etc. Es un hecho ¡nuestro cuerpo revela lo que somos! Incluso hombre y mujer somos distintos al sentir, pensar, actuar y amar. Estas diferencias pero que a la vez son complementarias generan que seamos capaces de procrear y formar una familia. Cada cuerpo es diferente y tiene impresa la masculinidad y la feminidad, así como el llamado a unirse para ser uno y llegar a concebir a un nuevo ser.

 

En este encuentro, el cuerpo de la mujer revela su identidad y su misión centrada en el amor: desde niña puede preparase para ser una mujer plena y expresar todo su potencial para amar y recibir el amor verdadero. En el contexto de su sexualidad, se une al hombre posibilitando la creación de vidas humanas.

 

Tras la concepción, el cuerpo de la mujer -ahora embarazada- revela más allá la belleza de su feminidad: su acogedora y cálida redondez denota su misión de gestar la vida  y de dar todo por su hijo; sus senos revelan su capacidad única de nutrir y de ser madre. En sí, la mujer expresa un amor creativo a través de la maternidad que la hace plena.

 

Y es que la maternidad no sólo se limita a lo físico-biológico, su sentido es profundísimo en tanto implica, una comunicación estrechísima con el hijo que lleva en el vientre, transformándola en su totalidad.

 

Los beneficios de este estado particular de la mujer son muchos iniciando por  permitirle la trascendencia participando en el evento creativo de dar de vida. La maternidad enriquece: posibilita la formación de una familia y una sociedad, que de otra forma estaría condenada a desaparecer. No hay duda, tener un hijo se proyecta en un futuro y en beneficio de la sociedad, pues cada ser humano aporta nuevos talentos que le favorecen.

 

La maternidad da origen a la paternidad y viceversa: son la clara expresión de la misión de la mujer y del hombre en completa valoración del uno por el otro.

 

Pero ¿qué pasa cuando los actuales escenarios (comodidades, el logro profesional, los viajes, las diversiones u otros) parecen más atractivos que la decisión de formar una familia? Ante ello es importante atender el llamado de la trascendencia que nos dirigirá a re-valorar esta misión de participar en la creación de nuevas personas para transformar, desde una vida de pareja, a la sociedad entera.

 

Te invito a asumir esta gran responsabilidad pero que representa una de las experiencias de mayor gozo, plenitud, enriquecimiento y significado que cualquier ser humano puede vivir.

 

El embarazo es una etapa maravillosa en la que la mujer recibe el enorme regalo de ser madre gestando dentro de su cuerpo a un bebé, un nuevo ser humano que le es confiado.

Es un parteaguas en la vida, es un antes y un después ya que el embarazo definitivamente marca la vida de la mujer y la de su familia. La mujer definitivamente cambia al transformarse en madre.

Los cambios en el embarazo se presentan en todas las dimensiones de la mujer, en el cuerpo, en sus emociones,  su psicología y en su espíritu pues la mujer cambia toda completa y entra en una nueva etapa en su vida al ser madre.

Todos los órganos y sistemas del cuerpo de la mujer se aprontan para acoger al bebé, dejándole el espacio que necesita para nutrirse, desarrollarse y crecer manteniéndolo nueve meses en condiciones óptimas dentro del útero que crece  día a día al ritmo que el bebé marca.

El sistema inmunológico de la madre reconoce al bebé como algo no propio pero que no es una amenaza y por tanto le da la bienvenida y no lo ataca como lo haría con cualquier cuerpo extraño. La sangre en el torrente materno casi se duplica y pone a disposición del bebé, a través de la placenta, todos los nutrientes y el oxígeno que el bebé requiere para vivir y crecer sano. Así mismo, el sistema hormonal despliega infinidad de funciones que hacen que el embarazo se mantenga hasta que el bebé este listo para nacer.

La mama puede notar cambios en la pigmentación de la piel, debe cuidarse del exceso de sol para que no se manche. Las areolas y los pezones de los senos se obscurecen y aparece la llamada línea morena del embarazo en medio del vientre. Comezón en el vientre que se estira, cambios en el pelo y en las uñas también son comunes, la mujer tiene un aspecto radiante, esta llena de vida.

Es frecuente que el sistema digestivo también se modifique y puede haber, vómitos por las mañanas, dificultad para hacer la digestión, agruras, estreñimiento o flatulencia por lo que es muy recomendable que la mamá revise su dieta  y coma lo que le sienta bien. También debe evitar el alcohol y el tabaco pues todas las sustancias llegaran al bebé por medio de la placenta.

Puede sentir sueño y cansancio pues el trabajo creado que esta realizando requiere de mucha energía. Algunos de los cambios normales en el embarazo pueden ser un tanto incómodos, por eso la madre cada día está literalmente dando la vida por su hijo, emocionalmente lo acoge y lo empieza a amar cada día más.

El entorno social, la relación con el esposo, el trabajo, las amistades  y las actividades profesionales y recreativas también se ajustan y cambian;  por lo que es muy importante que la mujer, usando su libertad y su voluntad,  aporte el ingrediente fundamental que es asumir con gozo y responsabilidad su maternidad.

 

Contrario a lo que se pueda pensar, el embarazo ¡no es solo asunto de mujeres! Sin duda, prepararse para el parto es un derecho también de los papás y además una responsabilidad, ya que formar la propia familia es la empresa más importante y trascendente que una  pareja puede emprender.

Al pensar hoy en la maternidad y en la paternidad, supone la participación del hombre tanto en el desarrollo del embarazo como en el parto, así como implica contribuir en la crianza de sus hijos. Por eso, hay que recordar que tener un hijo es un evento de familia y, como tal, el padre, esposo y compañero es fuente esencial  de apoyo para la madre.

La preparación formal del padre puede darse con un curso de educación perinatal, a través del cual, el hombre hace conciencia de que su ayuda es única al establecer un compromiso de largo plazo con su mujer.  Así mismo, el conocimiento íntimo que tiene de su pareja y el gran amor por su hijo hace que su papel y su misión cobren especial relevancia.

Transformarse en padre es un proceso que resulta de la expresión más íntima del  amor entre los esposos y considerado como un amor verdadero, total, libre, fiel y fecundo. Incluso, prepararse para recibir a su hijo les ayuda enormemente a realizar un plan concreto para el parto así como  para su crianza y educación.

Por todo esto, no conviene ser un papá improvisado sino uno que se involucre y tome decisiones informadas junto con su mujer desde el momento en que descubren que ella está embarazada.

Tampoco hay que olvidar que, para el papá, el embarazo es una experiencia emocionalmente única y significativa, y por ende, se puede sentir muy importante y a la vez ignorado; muy comprometido pero también abandonado o solo; muy enamorado y con fuerte deseo sexual y, a la vez, tener temor a expresar su sexualidad o dañar al bebé.  Situaciones que justamente con la preparación será más fácil comprender, así como los cambios en la relación de pareja, valorar el calor, la compañía y el poder expresar su amor sexualmente sin riesgos para el bebé.

Algunos papás se conectan emocionalmente con su bebé desde el embarazo: le hablan, le ponen música y acompañan a su mujer a sus consultas médicas participando ampliamente; sin embargo, muchos otros empiezan a vincularse con su hijo, realmente, hasta que éste nace y lo van amando cada vez más conforme crece.  Es un hecho, prepararse fomenta el vínculo entre el papá y el bebé desde el embarazo.

Otro punto a considerar es que al contemplar su paternidad algunos hombres temen perder su libertad e independencia pues se llega la hora de ser adulto responsable y maduro; pronto pueden darse cuenta de que el padre que sabe amar y se hace responsable de sus hijos adquiere una experiencia enriquecedora y será capaz de asumir su paternidad aportando a su familia lo mejor de sí mismo. Y es que vivir la paternidad fortalece al hombre para siempre.

Cuando el parto se acerca, es frecuente que el hombre se pregunte qué clase de papá será, recuerda cómo fue su propio padre y planea su propia paternidad con libertad. Sobre este aspecto, la investigación reciente muestra que los niveles hormonales durante el embarazo cambian también en ellos, registrándose niveles menores de testosterona y de cortisol así como niveles más altos de estradiol a comparación de cuando no están esperando un bebé, lo que facilita que tengan mayor sensibilidad hacia el cuidado y la protección de su familia.

Prepararse  para el parto hace posible que el papá esté presente en el nacimiento de su hijo con una mayor conciencia de su misión, además estará mejor capacitado para apoyar y sostener a su mujer así como para gozar, juntos, el maravilloso momento de recibir a su bebé.

 

Después del asombro que implica la certeza de estar esperando un bebé, transcurren los tres primeros meses del embarazo en los que el cuerpo de la madre se adapta perfectamente para albergar al bebé, darle seguridad, nutrición, amor, así como el ambiente idóneo para crecer y madurar hasta estar listo para nacer.

La preparación para recibir al bebé se da de varias formas importantes y complementarias.

-En primer lugar se da en el cuerpo de la mujer madre ya que todos sus órganos y sistemas se modifican y se adaptan para funcionar de forma perfecta en el momento del parto así como para la función de la lactancia.

-En segundo término la preparación para recibir al bebé se dá en la familia. Las pláticas con la propia madre, las abuelas, tias, primas, hermanas y amigas entrañables  transmiten a la nueva mamá su experiencia y conocimiento sobre todo lo que implica el maravilloso proceso de la maternidad pasando de una generación a otra la sabiduría milenaria y siempre presente de la mujer.  Desafortunadamente, en el siglo XX la mujer fue sacada de su casa y de su entorno familiar para el parto, el cual se transformó en algo desconocido, en un evento peligroso de hospital  viviéndolo bajo los efectos de drogas que eliminaban su estado consciente y su participación activa. En  la actualidad  en muchos casos el parto se ha transformado en una intervención quirúrgica llamada cesárea cada vez mas practicada. Esta realidad tuvo como consecuencia que la comunicación de la experiencia de las mujeres en lo referente al parto se cortara y se distorsionara severamente al grado de sentirse incapaz, vulnerable y aterrorizada.

-En tercer lugar la preparación para el parto se obtiene con Educación Perinatal asistiendo a los cursos de Psicoprofilaxis en los que resuelven sus dudas y preguntas,  trabajan en los aspectos cognoscitivos, las habilidadades físicas y la fortaleza emocional y espiritual que se requiere para el parto, logrando:

-Recuperar la confianza en el proceso del parto natural así como en la habilidad innata de la mujer para parir con salud, con confianza y experimentando el gozo de recibir a su bebé .

-Realizar un plan personalizado para el nacimiento de su bebé según sus necesidades personales, su estado de salud y las circunstancias muy particulares de cada caso.

-Llevar  a la práctica las medidas de atención materno-infantil que promuevan el parto natural y saludable así como  la lactancia materna exitosa:

A) Permitir pacientemente que el parto inicie por si mismo,

B) Moverse, caminar, alternar posiciones según ella lo requiera para sentirse cómoda;  sentada, de rodilllas , en cuclillas, a gatas, caminando, usar la regadero o la tina.

C) Contar con alguna persona que le brinde apoyo contínuo durante todo el trabajo de parto que puede ser su marido, un familiar, alguien querido o una doula (acompañante profesional en el parto)

D) Evitar intervenciones médicas por rutina tales como inducción del parto, rasurado del vello púbico (tricotomía), enema, aplicación de suero en la vena, bloqueo peridural y cesárea.

E) Pujar para dar a luz en posiciones verticales evitando hacerlo acostada sobre su espalda.

D) Mantener al bebé junto a su madre desde el momento de su nacimiento y durante la primera hora  al menos ypara permitir el sano proceso de la expulsión de la placenta disminuyendo la hemorragia, favoreciendo el apego materno infantil y  el inicio de la lactancia.

Es muy importante que los padres que esperan un bebé tengan una preparación formal asistiendo a los cursos de Psicoprofilaxis para que sean capaces de formular un plan para su parto en base al conocimiento y a sus propias decisiones libres e informadas sintiéndose seguros, capaces y listos para recibir a su bebé quien es el fruto maduro de su amor.