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¡Bienvenida!

Prepárate para una experiencia saludable y emocionalmente positiva.

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Para poder tomar decisiones asertivas en el cuidado de la salud de todos los miembros de tu familia es importante saber que existe una ciencia que puede auxiliarte en el proceso.  La disciplina a la que me refiero es la Bioética, la cual estudia la bondad o la maldad de las acciones en materia de cuidados de la salud.

 

Y es que toda acción médica debe estar orientada a buscar el bien de las personas, velando, sobre todo,  por su dignidad. De ahí que ante dilemas o decisiones difíciles vale la pena buscar el consejo de un experto en Bioética  y reflexionar en las alternativas y opciones que se tengan en la protección de la salud.

 

Para tomar buenas decisiones debes reflexionar en tres puntos principales:

–  Qué se va a hacer? Es una accion correcta y digna de la persona?

–  Para que se va a hacer? Cuál es la intención?

–  Cómo se va a hacer? Que medios se van a usar?

Un acto es bueno cuando los tres puntos son correctos y eticamente incorrecto si alguno no lo es.

Al presentarse alguna situación compleja, es fundamental que el médico que te atiende recuerde los principios éticos de su profesión y que tienen por objeto buscar el bien de sus pacientes. Entre ellos están:

“Haz el bien y evita el mal, lo primero: evita dañar”.

“El fin no justifica los medios”.

“Entre dos males escoger siempre el mal menor”.

 

En todo momento hay que buscar que se respete la ley natural y sus procesos fisiológicos tomando en cuenta que la ciencia médica está para servir a la persona y jamás para servirse  de ella.  En este sentido, es un deber del equipo de salud preservar la vida humana y prestar su servicio con confidencialidad y honestidad, de manera competente y cálida, basado en la evidencia científica, actualizado y, sobre todo, que respete la dignidad humana.

 

Para esto, debes preguntar al médico sobre los beneficios, los riesgos  y los efectos secundarios de cualquier intervención que se te ofrezca así como las alternativas disponibles para que entonces puedas dar tu consentimiento informado.

 

Más si se refiere a tu embarazo, donde cada decisión es de suma importancia por tratarse de la gestación de una nueva vida. Como paciente debes ser la protagonista y tener el control tanto del embarazo como del parto, incluso hasta de las enfermedades, en caso de que existan, para evitar ser un objeto que pueda ser manipulado por el médico o la institución de salud a la que acudes.

 

Hay que recordar que la mujer en trabajo de parto tiene mucho que aportar, opinar, preguntar y merece ser escuchada. Tiene el derecho de que se le respondan sus dudas y se le explique todo lo relacionado con el cuidado de su salud y la de su hijo (a).

 

No hay duda, el nacimiento de un bebé es un verdadero milagro, y por ello, tanto la familia como el equipo de salud debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para preservar su vida y  para buscar que su llegada sea, siempre, en las mejores condiciones.

 

Sabemos que el parto tiene un impacto profundo en la mujer,  por ello el apoyo que recibe de su familia es trascendental, en tanto le ayudará a sentirse confiada y segura para iniciar su noble misión como madre. 

Es un hecho que la mujer que, junto a su esposo, inicia el proyecto de la construcción de su propia familia, requiere de un sistema de apoyo eficaz. Así, la familia cercana, su madre, hermanas y otros parientes son los integrantes naturales del equipo que apoya a la mujer cuando nace su hijo. Lo hacen de las formas más variadas y creativas respondiendo a la realidad y a las circunstancias personales, demostrando que se dan así mismos solamente por el gusto de ayudar poniéndose al servicio de la nueva mujer-madre y le proporcionan apoyo emocional, físico y material para cuidarla y para que al recién nacido no le falte nada.

Precisamente el soporte emocional, real y desinteresado que encuentra en su familia, durante el trabajo de parto, el nacimiento y los primeros días de vida del bebé es un factor vital.  Con la ayuda de su esposo y demás familiares la nueva madre puede dedicarse a amamantar a su bebé y a cuidarlo de día y de noche sabiendo que no está sola y que las personas que más la quieren están con ella. Ese sistema de apoyo que ofrece la familia debe centrarse principalmente en las tareas de la casa como la limpieza, el lavado de ropa, la preparación de la comida, el cuidado de los hermanitos, la compra del mercado y otras tareas que se requieren para que un hogar funcione adecuadamente.  Lo principal es permitir que la nueva mamá pueda dedicarse a cuidar y a amamantar a su bebé tranquila y relajadamente en un entorno cálido, respetuoso y agradable fortaleciendo los lazos emocionales entre ella y su recién nacido.

Cabe señalar que el embarazo, el parto y la lactancia materna son los primeros pasos que da la pareja humana al construir su familia. Contar con un respaldo eficaz facilita a los padres recibir a su hijo asumiendo juntos su maternidad y su paternidad  plenamente. 

La aportación que brinda la familia en esos momentos repercute en que la mujer se sienta segura, cómoda y sobre todo, respetada para acoger amorosamente a su hijo. La cercanía de la familia prepara a la mujer y la ayuda a descubrir la fortaleza con que ha sido dotada para tener a su hijo. A su vez la familia le ofrece asesoría  y consejos que pueden enriquecerse con las aportaciones de los profesionales de la salud para dar, la bienvenida a su bebé, de la mejor manera posible. Sin olvidar que la mujer tiene la capacidad innata de dar a luz y que ha sido dotada por la naturaleza con un poder extraordinario que despliega durante la experiencia del parto. Con la protección familiar, la hace aún más fuerte y la capacita para enfrentar adecuadamente los desafíos del parto y  la crianza.

Para esto, mujer y hombre necesitan:

-Enfrentarse adecuadamente a los retos del parto y la crianza, buscando un parto normal, seguro, saludable y digno.

-Tomar decisiones libres e informadas en las que busquen su bien y el de su bebé, lo cual normalmente coincidirá con el camino que exige esfuerzo, sacrificio y donación de sí mismos.

-Asumir cabalmente su maternidad y paternidad siendo responsables de lo que a cada uno le toca al ir construyendo su familia.

-Reconocer que ambos se complementan, que se realizan al darse el uno al otro y al salir de sí mismos para servir a su hijo.

-Comprender que el bebé tiene derecho a nacer en una familia con un padre y una madre unidos que se amen, se respeten, que lo acojan y se sientan orgullosos de recibirlo.

El sistema de apoyo familiar debe ser un agente facilitador que ayude a las parejas durante el embarazo, a hacer conciencia sobre su misión y a mostrarles caminos prácticos para desempeñarse según la naturaleza humana lo contempla. En el caso de la mujer es ayudarla a que descubra, valore y asuma su capacidad de parir y amamantar naturalmente, acciones que sabe hacer pero que requiere explorar con total libertad. La  mujer puede tener un parto seguro, natural y saludable, en ese sentido, su familia puede ayudarla a decidirse a luchar para lograrlo, acompañándola y respetando sus decisiones, lo que también es conceder un profundo respeto a la dignidad del bebé, de la madre y del padre.

Sin duda, la ayuda de la familia favorece, en mucho, a que los padres gocen el nacimiento de su hijo sintiéndose satisfechos y felices  por su gran esfuerzo y desempeño al recibir el enorme regalo que es su hijo.

 

El período de gestación en los seres humanos es de  aproximadamente de 280 días,  es decir, 40 semanas, tiempo en que a partir de la fecundación del óvulo de la mujer por el espermatozoide del hombre, una nueva persona humana se forma y se desarrolla al punto que está lista para nacer y para enfrentar la vida extrauterina de manera saludable después de haber experimentado la extraordinaria aventura del proceso del parto.

 El parto es una experiencia enorme que la mujer puede gozar, la vive intensamente y su impacto emocional la marca para siempre. Es algo que recordará a detalle  y cada vez que lo platica lo revive con tal magnitud que la forma en que el nacimiento se lleva a cabo no es algo indiferente.

 Al parir, la mujer atraviesa por una prueba de amor increíble, descubre que el amor es más grande y más fuerte que el dolor o el cansancio. Cuando experimenta el nacimiento de su hijo conoce por primera vez los límites de lo que es capaz de hacer, entregar y gozar dando la vida a su hijo, transformándose en madre.

 De ahí que las madres merecen y tienen todo el derecho a dar a luz naturalmente libres de intervenciones médicas de rutina; tienen derecho a que se respete la fisiología del proceso  y el tiempo que requiera para dar a luz a su hijo; tienen derecho a compartir esta experiencia con su marido o con las personas que ellas elijan y tienen derecho a gozar de la atención médica  profesional respetuosa que les brinde el apoyo necesario para conservar la confianza en su habilidad innata para parir. Una vez que el recién nacido ha llegado a la vida extrauterina, debe permanecer con su madre durante la primera hora de su vida tomando en cuenta que siempre es importante estar pendientes de que el bebe esté respirando, tenga buen todo muscular y buen color de su piel. Se debe contar con la supervisión médica adecuada de manera que la adaptación del bebé sea llevada sin ningún problema y el bebé pueda ser amamantado por primera vez.

 El embarazo y el parto son maravillosos, son experiencias de la intimidad de la pareja. En ellos, el padre descubre aspectos y emociones de su mujer que antes no conocía; y la madre experimenta la fuerza que se logra al completarse con su marido cuando él la respeta y  la ayuda. Los dos, juntos, conocen el verdadero amor al entregarse totalmente al servicio de su pequeño hijo asumiendo cabalmente su maternidad y su paternidad.

 El embarazo y el trabajo de parto son actos de amor. Exigen paciencia, compartir la vida, el tiempo, el espacio físico y la casa. Incluso, la embarazada empatiza con las embarazadas del mundo entero, sufre con las malas noticias y se alegra cuando a otras madres les va bien en la vida.

La maternidad y la paternidad inician propiamente con el parto y se complementan para “dar a luz” distintos actos de entrega personal de ambos padres. Durante la lactancia y la crianza las madres y los padres, son heroicos. Hacen gala de paciencia y tolerancia, son buenos con sus hijos atendiéndolos solícitamente, son fieles  a su misión y a su compromiso. Hay muchos momentos que por servir al bebé o cuidar la propia salud se contienen de tener relaciones sexuales genitales temporalmente, o buscan otro momento más propicio, dominándose a sí mismos y creciendo día a día en el amor.

 El hombre que se entregó y por amor dio la vida a su hijo, al acompañar y procurar el entorno emocional y material para recibir a su hijo se ha trasformado en padre.

Sin duda, después del parto, la mujer se ha transformado por completo y para siempre. Su esfuerzo ha valido la pena, ha aprendido a amar con todas las fuerzas de su alma, ya que se le ha dado el gran regalo de ser mamá.