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¡Bienvenida!

Prepárate para una experiencia saludable y emocionalmente positiva.

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Ayúdame Señor a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme, y a responderles todas sus preguntas con amabilidad.

Evítame que los interrumpa, que les dispute o contradiga. Hazme cortés con ellos, para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores, y pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta. Impídeme que lastime los sentimientos de mis hijos.

Prohíbeme que me ría de sus errores, o que recurra a la afrenta y a la burla como castigo. No me permitas que induzca a mis hijos a mentir o a robar.

Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad. Modera, te ruego, la maldad en mí. Evítame que los incomode, y cuando esté malhumorada, ayúdame, Dios mío, a callarme.

Hazme ciega ante los pequeños errores de mis hijos, y auxíliame a ver las cosas buenas que ellos hacen. Ayúdame a tratar a mis hijos como niños de su edad, y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos.

Facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones. Oponte a que los castigue para satisfacer mi egoísmo. Socórreme, para concederles todos los deseos que sean razonables, y apóyame, para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño.

Haznos justos y ecuánimes, considerados y sociables para con nuestros hijos, de tal manera que ellos sientan todo nuestro amor. Amén.

S.S. Francisco 2013

 

La historia actual se ha escrito por hechos que nos estremecen, hemos sido testigos de la inseguridad, el narco tráfico, la falta de esperanza, la desigualdad social, la miseria extrema y la falta de solidaridad. Y es que vemos graves vicios sociales como los hogares desintegrados, la falta de educación, el abandono de los niños, la delincuencia, el desorden sexual, la pornografía, el consumo de drogas y el egoismo.

Estamos viviendo en un mundo en el que hay crisis y orfandad de pensamiento crítico. Muchas veces no sabemos con claridad qué hacer o qué pensar y nos sentimos confundidos. Hoy predomina el relativismo, el materialismo consumista y el liberalismo como referencias para la  toma de decisiones.

Ante estas realidades, los nuevos padres sienten temor y se cuestionan a que mundo van a traer a sus hijos. Yo les animo a pensar mas bien : ¿Qué tipo de persona voy a aportar a nuestro mundo? Porque definitivamente podemos cambiar estas realidades si nos lo proponemos de verdad.  ¡Hay muchas cosas que podemos hacer, que si están en nuestra mano! Busquemos como padres implementar un sistema de valores que exprese un pensamiento a la medida de la dignidad de la persona y que busque lo bueno, lo bello y lo verdadero.  Hagamos un proyecto consciente y hermoso de nuestra vida familiar, ésta es la misión mas grande que se nos ha encomendado como padres.

La cultura y la educación es uno de los factores más importantes  para modificar la realidad en la que vivimos y el papel de los padres es fundamental. Si las mujeres nos decidimos a asumir nuestra maternidad cabalmente y los hombres su paternidad, haremos posible la existencia de familias unidas y fuertes en las que impere el respeto, el amor y la solidaridad. Todo lo que hagamos por nuestros hijos, por difícil que parezca, vale la pena y no quedará sin dar frutos en ellos.

Hoy las mujeres tenemos acceso a la universidad y al mundo del trabajo económicamente productivo, hemos demostrado nuestra capacidad  al haber incursionado  en todos los ámbitos de la vida en sociedad. La simplificación de las tareas domésticas, los supermercados, las computadoras, la posibilidad de planear nuestros embarazos, nos permite tener mas tiempo disponible para actividades fuera del hogar y para el ocio.  Este panorama tan halagador puede engrandecernos y ayudarnos a cumplir cabalmente nuestra misión si lo aprovechamos y lo ponemos al servicio de nuestra familia pero también, puede sumirnos en graves desequilibrios irreversibles, si decidimos disputar con el varón ganar ingresos económicos al altísimo costo familiar y social de abandonar o dejar de atender a nuestros hijos que requieren de nosotros y que son nuestro verdadero tesoro.

Cuando tenemos hijos recién nacidos recordemos la importancia de asumir nuestra maternidad, amamantarlos, criarlos, educarlos y guiarlos para que sen hombres y mujeres de bien.  Nuestra prioridades cambian y ellos son nuestra mayor responsabilidad. Las madres contamos con la intuición, la sensibilidad y a las capacidades inscritas en nuestra naturaleza humana femenina indispensables para llevar adelante a nuestra familia, independientemente de nuestros estudios y preparación profesional. Y es que la  mujer es capaz de desempeñar tareas nuevas e imprevistas, sin “capacitación formal previa” en momentos difíciles cuando se lo propone, simplemente lo logra.  La mujer es el fundamento de la cultura, su maternidad ha sido fuente de inspiración para poetas, escritores y músicos en todas las épocas, como también lo es para su marido y sus hijos. Y es que la mujer es la cuna de la historia. La mujer es quien transmite los valores y es la base de todas las sociedades, la familia se teje en torno a ella .

La mujer tiene sentido común y sentido práctico, tiene la capacidad de atender muchas cosas a la vez y además desarrolla “virtudes de emergencia” que surgen en situaciones límite que le permiten enfrentar las múltiples situaciones de la vida con entereza y creatividad. Sabemos que la mujer es indispensable para asegurar la integración de su familia, de ella depende en gran medida la nutrición y la salud de sus hijos y de su marido que preserva su integridad física, psicológica, emocional y espiritual. Y es que nuestro papel de mujer y madre es protagónico en la educación de nuestros hijos quienes siempre se están gestando en nuestro corazón. Como compañera, complemento y refugio; somos fundamentales en la transmisión de la vida, de las costumbres, las tradiciones, la religión y la cultura en la familia. ¡Me impresiona reconocer que grande y trascendente es ser madre!

Somos capaces de elegir libremente realizar nuestra misión aun teniendo que pasar por momentos de dolor, cuando el deber cuesta, cuando es contra la corriente, cuando duele, cuando hay que desprenderse de uno mismo o cuando hay que cambiar los planes anhelados.  El verdadero amor se purifica en las piedras de las dificultades y ser padre o madre, ama de casa o tener éxito profesional no se logra sin luchar y sin tener que esforzarse; mas aún, el sacrificio es la llave de la felicidad.  Especialmente en las dificultades es reconfortante y eficaz confiar uno en el otro; el amor entre los esposos necesita la pasión del fuego que construye con paciencia, consolidando nuestros proyectos familiares y profesionales con perseverancia, siendo fieles a la palabra dada comprometiéndose en un “si” responsable siendo padres tenaces y determinados.

¡No tengamos miedo de dar en nuestro paso por la vida lo mejor de nosotros mismos amando de verdad!

Al cumplir con nuestra misión con generosidad y responsabilidad, transformaremos a nuestra propia familia, porque mucho hace quien mucho ama. Sólo requerimos decidirlo libremente con la voluntad de alcanzar nuestras metas para dejar huella en la vida y en nuestro hogar. Nuestro primer proyecto en la familia es el nacimiento de nuestros hijos, empezando por el primero, momento clave en el que vivimos juntos el esfuerzo y la entrega viviendo con intensidad el gozo de recibirlo, luchando unidos con la fuerza del amor que es la verdadera esperanza para el mundo de hoy y la felicidad para la familia.

 

 Por Jessica Aarun

Hace unos días una colega, socia pero sobre todo una gran amiga….mi gran amiga Gaby, me mandó un mensaje para que la escuchara en una entrevista de radio,  hablar sobre «cómo ser mamá» Como siempre disfruté mucho de su experiencia como esposa, madre, abuela y mujer.

Cuál fue mi sorpresa cuando presentaron a Mónica Soto Salmón autora del libro “Debajo de mi piel” (el cual quedé invitada a comprar y leer).

En este libro, la autora relata su vivencia al acompañar a un ser querido con cáncer fase 4 con muy poco tiempo de vida.

En ese momento me enganché con el tema y no perdí un solo detalle.  Será porque parecía que hablaba de mi propia historia.  Entonces sentí una gran necesidad de compartir lo que yo experimenté hace un año con la enfermedad de mi mamá.

En marzo del 2011, después de haber perdido a mi padre repentinamente, mi mamá fue diagnosticada con cáncer de mama nivel 4 con metástasis en muchos órganos importantes: hígado, pulmones, huesos.  Los doctores le pronosticaban 3 meses de vida, con o sin tratamiento.  A partir de ese momento, atravesé por muchos sentimientos encontrados, coraje por supuesto, la pregunta más frecuente ¿cómo me está pasando esto a mí? ¿Por qué te estás llevando a los dos? Parecía que era un sueño (un muy mal sueño por cierto) por el que estaba pasando.

Claro que también me entró la negación:  seguro está mal diagnosticada y cuanto salgan los resultados de los demás estudios…..todo va a estar bien.

Pero la realidad no era esa.  Mi mamá estaba invadida de cáncer y había que tomar decisiones importantes.  La primera y más fuerte decisión que hubo que afrontar, fue el respetar la voluntad y deseos de mi mamá de cómo quería vivir su enfermedad.  Sí, ella eligió no someterse a ningún tipo de tratamiento de quimioterapias, vivir lo que tuviera que vivir plenamente, en su hogar rodeada de todos nosotros……..¡difícil decisión!!!

Fue muy difícil aceptar la decisión de mi mamá pero al escuchar a Mónica en la entrevista, pude entender por qué se dieron las cosas así.  No podía concebir la idea de que mi mamá se estaba muriendo, cuando yo la veía radiante y no podía hacer aparentemente nada.  No olvido las noches que pasé en vela contemplando su sueño, más bien aterrada de que algo sucediera durante la noche y no supiera qué hacer….

Había días que me invadía el miedo y el dolor de tan sólo pensar que en cualquier momento perdía a mi mamá.  Hasta que, no recuerdo cómo sucedió pero un día amanecí decidida a acompañar a mi mamá, de amarla con todo mi ser y de estar para ella, sí de estar.

Creo que ahora entiendo qué sucedió, le encontré un sentido a mi dolor.  Y así, tuve la dicha y la oportunidad de conocer una nueva dimensión de mi mamá, pude ser testigo de una transformación profunda en su corazón.  Se entregaba cada día más a su Creador, confiando en que la llevaría de la mano hasta el final.

Así transcurrieron los meses, 6 para ser exactos.  Se fue consumiendo poco a poco, como una vela se va apagando y se hace más pequeña su luz.

En el momento del final, lo recuerdo muy bien, rodeada de todos sus seres queridos (hijos, nietos, yernos, nueras y hermanos) ella se entregó por completo, segura de que había llegado el momento.

Nos regaló una sonrisa de agradecimiento, paz y amor.

Fue entonces que comprendí que la muerte es parte de la vida, que es un paso solamente y que para darlo se requiere de mucho coraje, fortaleza y absoluta confianza.  Confianza de que lo que está por venir, ES MARAVILLOSO!!!!

Gracias mamá por tan maravilloso regalo.  Te amo y te llevo por siempre en mi corazón.

“La familia es la primera e insustituible educadora de la paz”

Nuestro mundo actual, marcado gravemente por la violencia, el crimen organizado y la impunidad, es una gran preocupación porque todos anhelamos fervientemente la paz. Tus hijos necesitan aprender lo que significa vivir en paz, sentirse acompañados, comprendidos y felices. El tiempo que les dediques será directamente proporcional al aprendizaje de los valores humanos que llevan a la paz, pues en la vida familiar todos los acontecimientos son una oportunidad para mostrarles como celebrar una acontecimiento, como vivir una pena, como perdonar al que te ofende, como jugar sin trampas divirtiéndose sanamente y como vibrar cada día al entregarte a tu misión de madre por amor.

La presencia activa de la madre y del padre en casa interactuando con sus hijos garantiza que en la vida familiar ␣sana␣ se experimentan los elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños o están enfermos, la ayuda en sus necesidades básicas de alimento, vestido y morada digna, la disponibilidad para acoger a los nuevos hermanos que llegan a la familia y si fuera necesario, incluso la reconciliación y el perdón.
Y es que lo que se vive dentro de la familia repercute en forma directa en la sociedad, para bien o para mal, ya que como todos sabemos la familia es la célula primordial de la sociedad. En la familia se puede experimentar la paz al vivir amándose unos a otros de forma incondicional y esto se da en la convivencia diaria. De esta manera muchas familias que viven en paz, formarán una sociedad pacífica y feliz.

Tenemos que voltear la mirada a la familia si queremos construir la paz verdadera y esforzarnos por evitar a toda costa la violencia cometida dentro de la familia, concretamente los gritos, los insultos, las envidias, el egoísmo, el abandono, los golpes físicos y el sometimiento psicológico. Todo ello genera ansiedad, miedo, división, odio, indiferencia, tristeza y aleja a todos los miembros de la familia de la felicidad que tanto desean encontrar.

Por ello planear y realizar actividades en las que todos participen vigilando la manera de hablar con cariño y respeto, buscando ayudar al que necesite algo en casa y transmitir a los hijos el código de convivencia moral elemental ayudándoles a distinguir el bien del mal. Decirles que robar, matar y mentir es malo así como asegurarles que respetarse, quererse, ayudarse, hacer favores, compartir sus juguetes y perdonarse, son cosas buenas que nos traen felicidad.
Y es que el tiempo que pases con tus hijos te permitirá cultivar todo aquello que promueva la unidad y la armonía en la familia la cual debe estar al servicio de la paz. Así serás una solida referencia para tus hijos que absorben y aprenden de los gestos y miradas de mamá y papá, antes incluso que de sus palabras. Así tus hijos serán felices porque al haber sido amados serán capaces de amar y de buscar la reconciliación y la paz. Privar a tus hijos del tiempo precioso de convivencia con ellos, siendo una modelo de cómo vivir en paz, puede resultar en un problema serio pues si muchos padres hacen lo mismo se activa una reacción en cadena negativa pues al haber falta de paz en la familia, lo habrá también en la sociedad, al debilitarse la principal agencia de paz que es la familia.

Una familia vive en paz cuando todos sus miembros son generosos y se mantienen unidos, favoreciendo la convivencia armoniosa, haciendo felices a los demás

 

Las personas hemos sido creadas en dos versiones: el hombre y la mujer. Ambos compartimos la misma naturaleza humana especifica y maravillosa; somos cuerpos animados sexuados o bien espíritus encarnados, capaces de amar y con un enorme anhelo de ser amados.

El hombre y la mujer si bien compartimos la misma naturaleza humana, somos diferentes, en tamaño, en fuerza física, nuestro cuerpo revela lo que somos;  hombre o  mujer, somos diferentes también al sentir, al pensar, al actuar y al amar. Además tenemos funciones vitales complementarias y entre los dos somos capaces de procrear y formar una familia. Nuestro cuerpo es diferente y tiene impresa la masculinidad y la feminidad así como el llamado a unirse para ser uno y llegar a ser padres de un nuevo ser humano.

El cuerpo de mujer revela su identidad y su misión centrada en el amor!!  Desde niña la mujer puede preparase para ser una mujer plena y poder entonces expresar todo su potencial para amar y para recibir el amor verdadero. En el contexto de su sexualidad abrirse al hombre que se entrega a ella de forma total hace posible la creación de nuevas vidas humanas.

El cuerpo de la mujer embarazada revela la belleza de su feminidad,  su acogedora y cálida redondez revelan su misión de gestar la vida  y de dar todo por su hijo; sus senos revelan su capacidad única de nutrir y de ser madre. Ella puede expresar un amor creativo a través de la maternidad que la plenifica .

La maternidad da origen a la paternidad y viceversa y estas funciones no se limitan sólo a lo biológico, su sentido es profundísimo ya que también implica la educación y la formación de los hijos que traen a la vida en los planos físico, espiritual, intelectual  y moral y es que engendrando personas la misión de la madre así como la del padre se proyecta al infinito.

El mundo, las comodidades, el trabajo profesional fuera de casa, los viajes, las diversiones y las diversas actividades a nuestro alcance a veces parecen mas atractivas que decidirse a casarse y a formar una familia, sin embargo escuchar el llamado del amor puede movernos a valorar esta misión encomendada al hombre y a la mujer, de participar en la creación de nuevas personas recibiendo un gran voto de confianza en su capacidad para hacerlo y para transformar desde la vida de pareja a la sociedad entera. Y es que teniendo una familia crecemos, amamos incondicionalmente viviendo experiencias nuevas y extraordinarias. Juntos podemos disfrutar de todo lo bueno y lo bello de la vida!